La tradición del vino gallego

Índice
  1. ¿Celtas y Romanos?
  2. La llegada de la Edad Media y el auge del vino gallego
  3. La desamortización de Mendizábal
  4. El siglo XX y la actualidad

La tradición del vino gallego se remonta siglos atrás, muchas son las voces que datan la llegada de estos caldos en el siglo III d.c y creen que los romanos fueron los artífices de ello.

Otra de las corrientes y quizá la que más peso tiene cree que la causa de la tradición vinícola gallega se remonta a la Edad Media y que fueron los monjes cistercienses los encargados de expandir esta cultura por Galicia. El territorio gallego está dotado de innumerables territorios eclesiásticos y esta cultura religiosa es muy longeva. Sin ir más lejos, el camino de Santiago es uno de los patrimonios más importantes para el catolicismo.

Todo esto, sumado a la unión matrimonial de Raimundo de Borgoña con la reina Urraca, hizo que en el siglo XI muchos monjes cistercienses llegasen al territorio gallego acompañando a la dinastía de Borgoña y así arraigaron una importante cultura vinícola en el territorio gallego.

Estos monjes traían consigo conocimientos de viticultura, de como cuidar las viñas y extraer lo mejor de ellas, y dejaron un profundo legado en Galicia. 

Este cuidado y la cultura del vino se arraigó en la edad media y ya comenzaba a denotar una diferencia de clases puesto que era principalmente el clero quién explotaba estos asentamientos. Este privilegio se mantuvo igual hasta mediados del siglo XIX, cuando la desamortización de Mendizabal modifica esta tendencia.

La Tradicion Del Vino Gallego

A partir de este acontecimiento, estos cultivos pasaron a ser una importante señal de clase y la nobleza gallega impone este tipo de cultivo como principal, dejando en un segundo plano las labores de autoconsumo y estas labranzas pasaron a ser explotadas únicamente por el agricultor medio.

Llegado el siglo XX esta tendencia comienza a cambiar y la producción y cultivo de la vid se extiende a otras clases sociales.

¿Celtas y Romanos?

Antes de nada, es importante mencionar que la tradición del vino gallego que conocemos hoy en día no sería lo que es si no fuese por la orientación y el clima gallego que dotan al territorio y a la tierra de unas condiciones apropiadas para la explotación y el cuidado vinícola.  Gracias a los valles del Miño y del Sil, a los valles interiores de Tameiga y Monterrei o a los litorales del Ulla, del Lérez y las mariñas coruñesas y lucenses, el territorio gallego puede producir tal cantidad y variedad de vino.

Sumado a todo esto, la cultura y la tradición del vino gallego se remonta siglos y siglos atrás, es tal la antigüedad que no tenemos datos exactos de cuando se implantaron los primeros viñedos en Galicia. Lo que sí podemos afirmar es que muchos historiadores de la época aseguran que la cultura vinícola se implantó en el mundo celta y años más tarde fueron los romanos los que comenzaron a explotar este arte, incluso se llevaron este tipo de vino de la península ibérica hacia Italia. 

La postura romana no es nada descabellada ya que esta civilización adquirió sus primeras nociones sobre cultivo de la vid y vinificación de otros pueblos técnicamente adelantados y con los cuales también convivieron durante siglos, como por ejemplo los cartagineses o los etruscos.

Al margen de esto, podemos secundar a los romanos como pioneros de la tradición del vino gallego porque la vid era un elemento característico de casi todas estas culturas. Era un rasgo que las diferenciaba de muchas otras, normalmente culturas más septentrionales. Estas culturas nórdicas tenían la cerveza como bien tradicional y compartían esa dualidad con aquellas culturas mediterráneas y ricas en patrimonio vinícola.

La llegada de la Edad Media y el auge del vino gallego

La llegada de la edad media fue lo que impulsó el esplendor de la tradición del vino gallego. El territorio comenzó a cambiar con la llegada de las primeras órdenes monásticas y fueron estas las impulsoras de la producción de vino en Galicia.

Se cree que la primera gran orden en llegar y en expandir el cultivo de la vid fue la de los monjes cistercienses. El motivo principal de su emigración fue el matrimonio de Raimundo de Borgoña con la reina Urraca ya que estos monjes viajaban con la dinastía de Borgoña y se asentaron en la península durante años.

Durante este tiempo se arraigó en Galicia una cultura y unas habilidades para el cultivo y la producción vinícola muy importantes. Principalmente gracias a estos monjes cistercienses que fueron los encargados de ceder el conocimiento y de extraer el máximo rendimiento de estas tierras. Tal es así que alguna de las variedades de uva que disfrutamos hoy en día como por ejemplo la Garnacha Tintoreira, son típicas de viñedos franceses.

Por todo esto, podemos determinar que algunos de los cultivos que conocemos hoy en día y varias de las técnicas que implementamos fueron obra de los monjes de la Edad Media y que poco a poco se fueron expandiendo desde los cultivos monásticos a toda Galicia y parte del norte de Portugal.

La desamortización de Mendizábal

A mediados del siglo XIX se pusieron en marcha las desamortizaciones eclesiásticas de Mendizábal. Así es como se conoce al proceso de expropiación y venta de terrenos y otras propiedades de la iglesia católica. Esta estrategia consistía en expropiar todo tipo de tierras eclesiásticas para venderlas y financiar así la guerra carlista.

Las desamortizaciones fueron las culpables de que las tierras cultivables, principalmente aquellas destinadas a la producción de vino, pasaran a manos de la nobleza y este producto se convirtiera en algo prácticamente exclusivo de este estamento. Durante esta época el clero fue más partidario del vino tinto gallego y se destinan numerosos terrenos al cultivo de esta vid.

Durante estos años, la tradición del vino gallego quedó reprimida por esta clase social. La nobleza no dependía del cultivo de autoconsumo ya que no tenía la necesidad económica de las clases más bajas y por tanto, se ocuparon de explotar este tipo de cultivos durante los siguientes años.

El siglo XX y la actualidad

Durante todo este proceso las uvas más tradicionales del vino gallego como el godello o el albariño fueron inundando fincas y terrenos de prácticamente toda Galicia hasta llegar al punto donde nos encontramos hoy en día.

A partir del siglo XX, el cultivo y la explotación del vino gallego comienza a democratizarse y la vid empieza a ser más accesible para los demás estamentos, que hasta ahora veían como la nobleza lo monopolizaba. Es durante estos años cuando el producto gallego goza de un mayor reconocimiento y la tradición del vino adquiere la dimensión de la que disfruta hoy en día. Es en esta época la uva gallega alcanza éxito y fama mundial, en especial la uva blanca gallega, con la cuál se preparan caldos como el Albariño o el Godello.

Uno de los acontecimientos más importantes durante este periodo y que explica el reconocimiento nacional e internacional de nuestros caldos es la puesta en vigor de varias Denominaciones de Origen como por ejemplo la de las Rías Baixas que hoy en día goza de una fama incuestionable.

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